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domingo, 15 de septiembre de 2013

Franz Ferdinand brillan el día en que el Dcode reventó las costuras

La fórmula del Dcode 2013 ha resultado exitosa. Por un lado, la crisis obligaba a dejarlo en un sólo día, con la consiguiente reducción del precio de las entradas (50€, más gastos de distribución). Por otro, la conjunción en el cartel de estrellas indies internacionales (Franz Ferdinand, Vampire Weekend) con grupos españoles de mucho tirón (Amaral, Love of Lesbian) demostró su validez, pues las entradas se agotaron hace unos días. 

En una entrevista reciente, afirmaban los directores del Dcode que el festival aún podía crecer en su recinto habitual, aunque no tanto como para llegar a cifras como la de las 60.000 personas. Vista la aglomeración de este año, sería buena idea ampliar más el espacio que el aforo, en pos de una mayor comodidad.

Cuando John Grant salía al escenario a las 18:30, mandaban los más de 30º de calor y aún no estaba lleno el campo de rugby de Cantarranas. El norteamericano tuvo que lidiar con el sol y con un set corto, pero bien resuelto, en el que se intercalaron las dramáticas piezas de su anterior álbum (Queen of Denmark) con los arrebatos electrónicos presentes en el último (Pale green ghosts). Grant, con una voz excelente y una desbordante simpatía (exhibida en un buen castellano), hasta encontró tiempo para dedicar una canción a “los hermanos y hermanas homosexuales de Rusia”. 

Love of Lesbian también tuvieron que acomodarse a una duración festivalera, la mitad de las dos horas que suelen tocar habitualmente. Ese formato hizo que se centraran en despachar efectivamente una porción de sus hits (Algunas plantas, Me amo, Club de fans de John Boy), sin tiempo para dispersarse (aunque sí para que Santi Balmes echara mano del atrezo para disfrazarse en un par de ocasiones). En Segundo asalto contaron con la voz de Eva Amaral, un cameo que anticipó el único concierto en España de los maños en 2013, preludio a la grabación de un nuevo álbum. Hasta que llegue, estrenaron una nueva canción (Unas veces se gana, otras se pierde), similar en tono rockero a las que sonaron de Hacia lo salvaje, como la que le da título, Antártida, o Esperando un resplandor, que Eva dedicó a Vulcano, el toro que morirá alanceado el día 17 en Tordesillas. Amaral tienen canciones y oficio de sobra, y suenan impecables en directo, pero si en el próximo disco mudan en una nueva dirección su sonido, sus actuaciones agradecerán la variedad.

Entre los dos grupos nacionales, tocaron Foals y Vampire Weekend. Los primeros mostraron capacidad para asentarse en la primera división del rock británico, sacando a pasear toda la grandilocuencia que exudan las grandes bandas inglesas. Con un directo más rockero que sus discos, canciones como Providence o Inhaler son de esas para las que se inventaron los macrofestivales, perfectas para corear, saltar y levantar los puños. Pero composiciones más ambientales, como la soberbia Spanish Sahara, también funcionaron, con su aire de etéreo misterio.

No hay nada etéreo ni misterioso en Vampire Weekend. Sí un montón de buenas canciones y un grupo muy solvente en vivo, chispeante y directo sin caer en las obviedades. Elementos como las guitarras africanas, el ska o cierta nueva inflexión cincuentera (la de Diane Young) se integran sin que se vean las costuras en su pop vitalista y con chicha.

Hablaba antes del tipo de canciones para las que se inventaron los festivales, pero también hay grupos que parecen creados para poner patas arriba una multitud festivalera. Franz Ferdinand son de los que nunca fallan. Aunque su sonido haya evolucionado menos de lo que sería deseable en una banda con cuatro discos, su rock bailable es veloz y certero como la bala de la que hablan en uno de los temas de su último disco. Entre los inmensos temas que les han hecho famosos (Take me out, This fire, Ulysses) ya hay canciones nuevas que parecen destinados a llegar a esa categoría de clásicos, como Love illumination. Y explotaron bien ocurrencias como extender Can't stop feeling hasta fundirla con I feel love, el éxito de Donna Summer y Giorgio Moroder. Menos afortunado fue alargar el momento Mayumaná con los cuatro tocando la batería en los bises, que parecía destinado a alcanzar la hora y media de duración que merecían como cabezas de cartel. Con los primeros 70 minutos, plagados de hits, habría resultado un concierto más compacto.

Tras acabar Franz Ferdinand, Capital Cities amplificaron la fiesta que ofrecieron en el mismo lugar el año pasado, gracias a imaginativas versiones de Pink Floyd o Madonna y a su gran éxito, Safe and sound. Aún quedaban muchos miles de personas en el recinto de la Complutense, pero ya se podía respirar a gusto. El éxito de Dcode es una gran noticia para una ciudad hambrienta de propuestas festivaleras estables. Confiemos en que sepan gestionar bien su propio crecimiento.


Franz Ferdinand brillan el día en que el Dcode reventó las costuras

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